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Cuando empezamos a soñar...

Soy yo de nuevo...


La idea de comenzar un blog en donde pudiéramos compartir nuestras ideas, hacer un poco mas de relatos e historias, nació de una plática de comenzar a abrirnos un poco más con nosotros mismos.


Cuando hablamos, regularmente, damos poco tiempo a pensar lo que decimos, pero cuando escribimos, ¡vaya que nos tomamos nuestro tiempo!.


El día de hoy les traigo un poco más de nuestra historia, pero esta vez, es con un poco de calma, antes del principio.


Cuando conocí a la que ahora es mi esposa, yo era un chico tímido; y lo sigo siendo, aunque ahora ya no tan chico.


Ella era un tanto mas extrovertida, siempre me atrajo eso de ella, siempre sonreía, le daba por platicar de todo y nada ¡vaya que me gustaba escucharla!

Ella era todo lo feliz, abierta, sincera, platicadora, cariñosa, ruda, innovadora, trabajadora y luchadora que yo no podría imaginar; y lo sigue siendo.


No sabía como conquistarla, ella tenía amigos por montones; hasta ahora yo me enteré que de alguno a casi ninguno le movían el tapete, como solemos decir en México. Sin embargo, en aquel entonces, un chico tímido, con poca experiencia en las cosas del amor, tenía poco que ofrecer.


Le propuse en 3 ocasiones que fuera mi novia, sí, ya se lo imaginarán, las 3 veces me dijo que NO. (jajajaja) Ahora me rio, en aquel entonces, eran más lagrimas que risas.


Pero mírenla, siempre sonriendo, con muchas metas por delante, muchos sueños que como mujer quería cumplir. No tenía tiempo para una relación, o al menos, eso pensaba yo.


Lo que yo no recordaba, y vaya que la memoria no siempre me falla, es que en una de entre tantas charlas yo le dije que el día que haga a una mujer mi novia, es porque ella es la elegida para ser mi esposa, ella lo recordaría en esas 3 ocasiones. Pero, qué sabrá un niño de 17 años de la vida, y más aún de un compromiso tan grandísimo.


No fue hasta mucho tiempo después que ella me confesaría que, en verdad fueron palabras firmes, y no las tomó a la ligera, ella veía en esa frase a un hombre comprometido con lo que quería; yo solo quería que fuera mi novia, una mujer tan especial como ella no se encuentran dos veces en la vida. Y, henos aquí, una frase que se convirtió en realidad. Aquella primera mujer, la inalcanzable, ahora es mi esposa y madre de mis hijos.


Nuestra amistad fue duradera, fue sincera y con toda la confianza del mundo, me dijo que no 3 veces, y ahí seguíamos como inseparables. Nos veíamos a diario o, casi diario. Nuestras familias no sabían qué éramos, si amigos, amigovios, novios, o nada. Nosotros tampoco lo sabíamos, pero novios estaba claro que no.

Son de esas amistades que te hacen reír a carcajadas, pero también llorar por montones.


Puedo decir que fue una de las mejores etapas de mi vida, siempre estuvimos ahí el uno para el otro, en todo. Ella, líder en su iglesia con muchas responsabilidades, en la escuela estudiando una carrera, siempre teniendo tiempo para mí. Y yo, no sabiendo qué carrera elegir, entrando en una y terminando en otra, con mi pasión de tocar la guitarra y tocando en un grupo de alabanza. Corriendo de un lado a otro, solo para estar juntos, creíamos que el tiempo era eterno, ahora no sabemos cómo le hacíamos para tenerlo. Disfrutábamos de lo que hacíamos, de eso no hay duda. Para todos era más que un hecho que terminaríamos juntos, ahora todos nos lo dicen; a nosotros nos tocaba disfrutar de nuestra compañía y nada más.


En algún momento será, que si siguen conectados aquí con nosotros, conozcan en letras de ella, lo que fueron esos años juntos y desde su perspectiva lo que representó estar ahí con ella.


Solo les puedo adelantar, que de últimas, yo fui el que le dijo que a ella.

Pero esa historia, esa historia es para otro blog.


Con todo mi amor para ti, mi amor inalcanzable.


¬E


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